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lunes, 1 de agosto de 2011

Un antro más...

El sector monumento de Cumana se ha vuelto el máximo antro de la ciudad. Es quizás unos de los sitios donde se puede pasar un rato agradable con los panas absorbiendo cual esponja con hambre todo el licor posible.

Pasas cualquier día de la semana y ves aunque sea 5 carros con sus sonidos intentando caerle a coñazos al stress traumático que te deja de propina el día de trabajo. Cuando el día viernes asoma la cara desde el jueves la afluencia de los carros va aumentando y todos buscan arrinconarse por la parte que llaman las banderas, quizás porque sea el lugar mas exacto para sentir el frío que viene desde la costa de manicuare, tal vez por lo oscuro y así no todo el mundo note que cargas tremendo carro y estas bebiendo flori-walker o porque es el sitio adecuado para perrear dentro del carro sin importar un bledo los autos vecinos.

Lo primero que aceptas con cierto aspaviento por Cumaná es que la gente pareciera tenerle asco a dormir y amor a las licorerias (YO). Todo parece un dulce caos, ves a la gente bebiendo como haciendo interacción audiovisual con la música que dice: y a beber yayaya que el mundo se va a acabar, miras el carisma negro de las niñas que quizás no tendrán edad para estar en la universidad, pero si para ser participes del juego alcohólico que nos ha adjudicado la sociedad, descubres enfáticamente lo extrasensorial que se vuelve ver a las mujeres orinando cerca de hombres que comparten la misma necesidad mientras estos se montan en la lancha (esnifar o mas criollito darse sus patadas de perico). Todo parece la escenografía perfecta para creer que aquello es el paraíso y a decir verdad quien dice que no es así?

Lo triste es que la noche no es eterna y cuando se acaba te das cuenta que el paraíso que te tripeaste en la noche se ha vuelto un infierno, los rostros de la gente no son tan amables y me refiero al aspecto de esencia, ya no estas tan activao como horas antes y solo piensas en vacilarte una arepa de cochino con bastante guasacaca y un refresco manzanita bien fría en la perimetral y no pensar en que quedaste sucking and crazy o no recordar el inmundo olor que te golpea cuando vas a orinar detrás del lugar donde se encuentran las estatuas del monje o fraile y el indio. 

El hábitat del monumento es imperecedero y aunque en las mañanas después del explote nocturno nos quede la cara de pendejos enratonados no se puede negar que la vista del mar viniendo con calma hacia la orilla vale mas de mil palabras. 

Leidequer Duben. 

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